Tomáramos decisiones más congruentes y conscientes con nuestro espacio, tiempo, recursos e intereses.
Esterilizáramos a nuestros animales de compañía.
No los dejáramos vagar por las calles solos.
Tuviéramos a nuestros animales de compañía permanentemente identificados.
Dejaran de ser “regalos” o “caprichos”.
Fuéramos más comprometidos con ellos y decidiéramos tenerlos tomando en
cuenta que será por toda su vida.
Le diéramos a los niños un ejemplo de respeto y compromiso para con esos
seres vivos.
Dejáramos de fomentar la compra venta de animales no comprando y no lucrando con ellos.
Todo esto disminuiría el número de eutanasias que diariamente se practican principalmente por falta de espacios físicos y aumentarían las adopciones.
Está en nuestras manos que pueda suceder ese cambio que es una oportunidad de vida para ellos.