Fundacion Luca

jueves, 10 de febrero de 2011

EL MALTRATO ANIMAL EN LA INFANCIA



El ser miembro Fundador de una de las organizaciones de bienestar animal más importantes de Latinoamerica y el ser Psicoanalista, me ha permitido entender, mas no justificar, un tema con el que nos enfrentamos de manera recurrente; el maltrato animal y la infancia; los primeros 7 años de vida del ser humano son los que determinaran su estructura psiquica y por lo tanto su comportamiento y modo de relacionarse con cualquier otro ser vivo y su entorno.

Es común que los niños proyecten en los animales; perro, gato o cualquier otro ser vivo indefenso el dominio y maltrato que ellos mismos reciben de sus figuras de autoridad (padres, hermanos o tutores), este maltrato puede ser de manera fisíca o psicologica; en el animal encuentran un canal de descarga de odio, angustias, represiones, sentimientos de inferioridad, etc.


Es interesante ver como los padres permiten y fomentan este maltrato y lo ven como “cosas de la infancia”, ignorando, que muy probablemente, estos síntomas son solo el inicio de una estructura sadica y sin limites, que no diferenciará la agresión para con él mismo o para con cualquier otro ser vivo.

Uno de los graves problemas que en la actualidad vive cualquier sociedad es el creciente desarrollo de la delincuencia y actos relacionados con la violencia.




Los animales no quedan excluidos de estos actos, al contrario, el abuso animal es un indicador que mide la violencia y criminalidad de una comunidad y sus integrantes.

Según el FBI y la Asociación Americana de Psiquiatría, las personas que hieren y gozan haciendo sufrir a los animales, manifiestan ese mismo comportamiento con los humanos.


Los expertos están de acuerdo en que los niños o jóvenes que hieren o matan a los animales nunca se les enseñó a identificarse y sensibilizarse con el sufrimiento de otros.

Robert Ressler, fundador de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI, al hablar sobre cómo emergen los asesinos en serie dice: “Estos son los niños que nunca aprendieron que está mal sacarle los ojos a un cachorrito”.


Si nota que su hijo deliberadamente maltrata a un animal no lo tome como un juego, éste comportamiento puede ser un síntoma de un posible trastorno de carácter y debe corregirse. Explíquele las consecuencias de sus actos, la injusticia, el dolor que ha causado y pídale que se ponga en el lugar del animal.


Enseñar la bondad y el respeto hacia los animales es el primer paso para que los niños se identifiquen con los sentimientos de los demás y sean más compasivos.

Obsérvese a sí mismo, recuerde que la bondad se enseña a través del ejemplo:

• Nunca golpee a un animal

• No abandone, regale o tire a ningún animal

• Sea responsable de sus animales de compañía y trátelos con amor

• Sea paciente con sus animales de compañía, inclúyalos en su vida permitiendo que su perro o gato viva con la familia dentro de la casa y pasen tiempo con ellos

• Haga algo por ayudar a un animal abandonado, herido o sufriendo en la calle

• En lugar de comprar un perro o gato en una tienda adopte de una asociación protectora un animal abandonado y explique a sus hijos la diferencia

• Colabore con una asociación local protectora de animales apadrinando un animal, o contribuya donando en especie o económicamente para su funcionamiento

• Practique y enseñe la Regla de Oro: “No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”

Niños bondadosos serán adultos responsables y compasivos ante todo ser vivo.

Maricarmen Quiroga

Doctoranda en Fundamentos y Desarrollos Psicoanalíticos

Universidad Complutense de Madrid

Miembro fundador de Fundación Luca A.C.

viernes, 4 de febrero de 2011

AMOR DE VIEJOS

por: Adriana Martínez

Es condición y una generalidad en los humanos: queremos todo nuevo y estrenar de lo mejor. Desgraciadamente esto también lo aplicamos para los animales de compañía(perros, gatos).

Mientras que decenas de asociaciones civiles de protección animal tienen abarrotados sus espacios con animales adultos en espera de ser adoptados, una mayoría abrumadora de la población los ignora por preferir a los cachorros.

Es entendible que cualquiera se encante por un adorable perrito, o por un juguetón y simpático gatito, sin embargo, esta ensoñación ciega la realidad: esta etapa no dura y llegan a su edad adulta en un cerrar y abrir de ojos. Un perro de raza pequeña alcanza su tamaño y edad adulta a los 9 meses aproximadamente y un perro de talla grande a los 12 meses ya es adulto también.

En su etapa de cachorro el dueño tiene que afrontar los destrozos en casa, los lloridos nocturnos, la pipi y popo por todos lados, las visitas más frecuentes al veterinario, el jugueteo incansable, etc., etc. Y quienes están regidos por la estética y el famoso estándar de raza se pueden llevar sus buenas sorpresas al no obtener lo que esperaban, ya sea que el Chihuahueño resulto ser Labrador y que el San Bernardo resulto ser Pomerano. Desgraciadamente muchos animales son abandonados, regalados o hasta maltratados por no ser lo que se esperaba de ellos.

Las ventajas de adoptar un perro o gato adulto son enormes, lo que se ve és, ya no hay sorpresas con el tamaño, pelaje carácter, son más saludables porque su sistema inmune es más fuerte, su etapa de juegos y destrozos ya pasó, se les logra entrenar más fácilmente, son más tranquilos, más mesurados, pero no por esto dan menos amor y son eternamente agradecidos.

Y al final, las personas compasivas y conscientes de las necesidades del planeta y sus seres vivos no se arrepentirán de adoptar a un animal adulto. Salvando la vida del animal (porque adoptarlo es salvarle la vida), encontraran que el verdadero salvado es si mismo y que en este acto se puede revalorar la vida y el sentido del amor.

Casualmente hoy leí una nota en el periódico; una actriz entrada en años cuenta que está enamorada, “ ¿Qué más le puedo pedir a la vida?” dijo, “Realmente puedo decirte que el amor a esta edad es mucho más completo que cuando uno es joven, es un amor mas razonado, tranquilo, pero tiene un poquito de todo y con la experiencia de la vida, es mucho más maduro”.

De alguna manera esta experiencia la proyecté al hecho de adoptar a un animal adulto: para algunos suertudos hay amor, pero hasta el final de sus vidas.